martes, 20 de junio de 2017

Resumen del Libro "SÓLO QUIEN SE SIENTE AMADO PUEDE SER EDUCADO"

"SÓLO QUIEN SE SIENTE AMADO PUEDE SER EDUCADO". 

INTRODUCCIÓN.

Autor: Dr. Juan Bosco Abascal Carranza.

“La mejor obra que se puede hacer en este mundo es atraer a las almas perdidas al buen sendero, a la Virtud.” San Juan Bosco.
En México, durante el lejano sexenio de Miguel de la Madrid, se lanzó el “Decreto de Renovación Moral”, que tuvo como resultado evidente un generalizado, rápido y estridente fracaso. Por entonces brotaron nuevos cárteles y capos tan poderosos, que uno ellos ofreció comprar su libertad con el pago de la deuda externa. Se observaron los primeros signos visibles de la putrefacción del Ejército, que era una de las instituciones teóricamente menos vulnerable a la infiltración del crimen organizado. Ahora ya no lo es: media docena de altos mandos están sujetos a proceso, y muchos más andan sueltos, narcotraficando.
Nadie –ni el mismo Dante Alighieri– hubiera podido imaginar el infierno en el que ahora vivimos. Desde 1982 a la fecha, han transcurrido más de 30 años. Y ya somos la nación más mortífera de la Tierra, según los señala de manera bien documentada el diario francés Le Mond, en agosto del 2012.
Casi todos nos sentimos arrastrados por un tobogán mortífero en el que se desliza nuestra patria agonizante, prisionera de un Narcosistema cleptócrata y adicto a los principales contravalores: el Poder como fin último, los Honores y la Fama en vida –al margen de la Honestidad–, los Placeres adictivos como eje vital cotidiano, y las astronómicas Riquezas mal habidas para darle sentido a la existencia.
Nuestra patria se ve cada día más entenebrecida por “los demonios que andan sueltos, y que han triunfado”, como dijo uno de ellos mismos hace décadas. El huevo de la Serpiente multiplica sus criaturas de manera exponencial. El Estado Mexicano –penetrado y tomado por el Narco desde el mandato de Abelardo L. Rodríguez, a principios de los años 30–, se somete gustoso a las exigencias del mercado consumidor de narcóticos más grande de la Tierra.
Con el seis por ciento de la población mundial los yanquis consumen el 60% de la producción total de drogas. Los Deudócratas de la Cúpula Usuraria dan la orden suprema: el Narcosistema decide que no posible dejar a los millones de adictos sin sus paraísos artificiales y efímeros, porque los USA se desplomarían en un caos incontenible en unas cuantas semanas de abstinencia real obligada.
México es un país sitiado por bandas de alta eficacia represiva, coludidas con gobiernos regionales, estatales y federales, con poderes financieros incuantificables que les permiten ubicuidad, jurisdicción y dominio. Mantienen vigorosas relaciones internacionales, sobre todo con corporaciones mafiosas de los Estados Unidos, Europa, Rusia, China, Japón, Centro y Sudamérica.
Su administración criminal es magnífica. Lavan dineros por billones y cerebros por cientos de miles para conseguir súbditos que afrontan peligros, riesgos y asesinatos con una audacia y entereza que es equiparable a las sumisiones políticas y religiosas. Sostienen jefaturas que provocan lealtades y entreguismos semejantes a las que se suscitan entre liderazgos políticos y eclesiásticos.
Para los empresarios esta crisis es oportunidad de medro, acomodo y arreglos en lo oscuro, que es la zona preferida por Luzbel. Docenas de alcaldes panistas han traicionado sus principios básicos en todo el país –mientras los otros siguen siendo como siempre fueron, corruptos de nacimiento– y hacen florecer los table dancings, cabarets, salas de masajes, casinos y antros de toda laya convertidos ahora en paredones, hornos y piras donde mueren a cada día centenares de personas, muchas culpables, algunas inocentes.
No es que los cuerpos de seguridad no logren contener a la delincuencia organizada. Lo que pasa es que ellos son los criminales, y no se contienen a sí mismos. Por toda la geografía nacional se multiplican los narcopolíticos que gozan de un muy explicable enriquecimiento personal. Mientras escribo estas líneas, un juez ha dictado orden de captura a Tomás Yarrington, ex gobernador priísta del Estado de Tamaulipas –Dramaulipas.
Incontenibles e inconcebibles actos de corrupción en los tres poderes generan una elevación desmesurada de la deuda pública. Esta es sólo una muestra, pequeña: el senador electo por el depredado Michoacán, José Ascensión Orihuela, llega en su “Porsche Panamera Turbo S”, de dos millones de pesos, a una reunión política. La foto incluye las placas: “SMT-4734” de Nuevo León. Son de un lote de cientos de miles de placas robadas del Instituto de Control Vehicular regiomontano. Muchos estados se hallan virtualmente en quiebra después de haber contratado nuevas deudas por cantidades que se antojan propias de fantasías esquizofrénicas, sin que haya obras y servicios que las justifiquen.
La violencia criminal sirve como arma para acallar voces críticas. Reporteros, Diarios y Revistas sufren ataques mortíferos. Las víctimas colaterales se multiplican hasta perder la cuenta. Los criminales se masacran entre ellos, pero algunos siniestros personajes siempre ganan. Las masacres se multiplican. Hay días en los que la cifra de asesinatos ligados al Narco llega al centenar. Hemos perdido nuestra sensibilidad. La corrupción campea y la sangre corre a raudales. No vivimos en un Estado Fallido. No: reconozcamos más bien que el anti-Estado se ha instalado, rampante e imbatible.
Y mientras, allá en la cima, muy en lo alto de la pirámide global, una especie de “Ojo que Todo lo Ve” maneja a su antojo las piezas principales de su infernal ajedrez. Los Halcones de la Guerra, los Fabricantes de Armamento, los Mass Media, los Banqueros Deudócratas, y otros Amos Globales de la misma ralea y de máximo poder hegemónico, se frotan las manos, fascinados y eufóricos. Su éxito es incontenible, al menos por ahora. “No importa lo que haga Satanás, ahora es su tiempo; pero vendrá también el momento de la victoria...” –nos tranquiliza mi patrono, San Juan Bosco.
¿Qué es lo que ocurre? Las preguntas, muchas de ellas sin respuesta, se agolpan en la mente y en las vísceras. Pero lo peor no está en las preguntas que nadie contesta sabiamente, sino en el hecho de que ni siquiera son formuladas las preguntas correctas. Por ello las respuestas son absurdas o imposibles.
También se levantan voces moralizantes, por doquier. Algunas instituciones públicas y privadas lanzan sus programas de “filosofía y valores”, con fracasos de diversa magnitud, cuando menos en el setenta por ciento de los casos.
Después de Miguel De la Madrid, Ernesto Zedillo en vano insistió en el apego a la Ley. Organismos privados propusieron “una Nueva Cultura Laboral”. Algunas corporaciones policíacas se ocuparon de diseñar y permear entre sus filas “Códigos de Ética”, en apoyo a la moralidad, la lealtad y el arraigo a la institución. Miles de policías fueron entrenados en campos militares, supuestamente para hacer frente a un Crimen Organizado cada vez más poderoso y eficaz.
Por el contrario, también hay voces simultáneas, cada día más numerosas y eficaces, que nos insisten en la urgencia de liberar de la mujer respecto de su natural papel de esposa y madre. Nos venden la frescura y la encantadora espontaneidad decadente e irresponsable de los jóvenes de ambos sexos. Imponen la avanzada apertura de todas las orientaciones sexuales de “preferencia especial” o minoritaria. Legislar contra el aborto basta para que grandes grupos feministas aúllen y protesten contra esto como si se tratase de una agresión incalificable.
Escuchamos voces seductoras que con sus eufóricos gritos y sus estruendosos metales pesados cauterizan la aflicción y exaltan la efervescencia de la masa inauténtica. Y hacen imposible cualquier renovación moral, porque el cáncer de la maldad se cultiva desde el seno mismo de la mayor parte de la familias mexicanas, porque Televisa y TV Azteca no sólo nos idiotizan, sino que nos corrompen y nos desintegran.
Tengo la seguridad de que lo que estamos contemplando, aterrados unos cuantos, divertidos pero inconscientes casi todos, es el surgimiento de la Moral del Niño, la cual, según Nietzsche, es la señal de la Muerte de Dios. Antes, decía el genio y loco filósofo alemán, existía la Moral del Camello, en la que había que jorobarse doblemente bajo el peso de la ley religiosa y de la ley civil. Después vino la Moral del León, la de los poderosos, autócratas y autoritarios, que provocó la rebeldía de los oprimidos. Así se facilitó la instauración, en nuestros días, como moralmente válida, como cosa bien vista, de la moral del Niño Natural, hedonista, narcisista, egocéntrico, cuya única obsesión está compendiada en la canción que se puso de moda durante las Olimpiadas de Atlanta 96: “dale alegría a tu cuerpo, Macarena... que es cosa buena...”.
Y así es como hemos llegado a una época en la cual casi todos nuestros hijos y nuestros nietos se han convertido gozosamente en trepadores y perdedores, o en simples ganadores, y sólo por excepción en verdaderos triunfadores.
Sus espacios neuronales fueron invadidos por una propuesta todavía más “en onda”: “porque soy veneno... yo te quiero si tú me quieres, pero desnúdate primero, y que no lo sepa la ciudad...”. Hasta legalizar el aborto y elevar a la categoría de culto a los grupos “de preferencias sexuales especiales”. Hoy vivimos los capitalinos en una necrópolis donde está prohíbo fumar, pero está permitido matar. Nadie quiere enterarse de que la peor amenaza contra la Paz es el aborto, como lo decía con vehemencia la Madre Teresa de Calcuta.
La realidad nos dice que estamos asediados por psicópatas geniales como nunca violentos, y que estamos sobreviviendo de milagro, sumergidos en una sociedad que se debate entre el desaliento, la desesperanza, el hambre, el desempleo, y la pérdida de las más elementales virtudes. El territorio nacional, completo, puede pintarse con la sangre de nuestros incontables muertos.
Pero a pesar de todo ahora vale la pena intentar descubrir las causas de semejantes calamidades, cuando menos en nuestro querido México. Según el Presidente Zedillo y sus asesores –que por aquel entonces estuvieron muy lejos de imaginarse el baño de sangre actual, con sus más de cien mil narcoasesinatos en los últimos doce años– eran las siguientes:
“Desgraciadamente nuestro marco jurídico no estaba adecuado a las condiciones de criminalidad e inseguridad que ahora hemos estado viviendo. La ley les estaba dando amparos a los criminales, o jugando con conceptos como la falta de flagrancia. Los delincuentes han aprendido a utilizar la ley para cometer el crimen, y luego ampararse en la ley para ser realmente intocables. Estamos cambiando el marco jurídico.”
“Tenemos aún unas instituciones francamente inadecuadas para garantizar esa seguridad pública y para perseguir los delitos”. “Debe reconocerse que quienes están encargados de las tareas de seguridad pública, con frecuencia no tienen el suficiente profesionalismo, el suficiente estímulo, ni la suficiente protección
para realizar su trabajo”.
“Con frecuencia también encontramos prácticas muy graves
de corrupción que se traducen, y esto es lo más delicado, en una colusión con las propias fuerzas criminales”.

“Lo peor de todo, es que no hay, ni en el gobierno federal, ni en los gobiernos estatales, los recursos suficientes para resolver pronto, y a fondo, el problema de inseguridad pública.
“Nuestro país vive ciertamente, sufre, muchos actos de corrupción; es un fenómeno que desgraciadamente tiene raíces muy profundas en las instituciones y en la propia conducta social, y es algo que debe combatirse sistemática y sistémicamente”.
“Debemos ser totalmente objetivos y decir y reconocer que no tenemos todavía las instituciones, las personas, ni la cultura en la sociedad para poder lograr los resultados que queremos”.
“El Narcotráfico, mal terrible, la plaga contemporánea más grave. Su solución está acotada por serias limitaciones... tenemos instituciones que se nos quedaron pequeñas e, incluso, se nos dañaron en el camino para hacer frente a un problema tan grave”.
Ni duda cabe que como, explicaciones inmediatas y externas, accidentales y locales, eran válidas. Pero jamás llegaron al fondo de la cuestión. Y tampoco las de Fox, ni las de Calderón con su Narcoguerra destinada al más absoluto fracaso. Llegamos así a la hecatombe actual porque, como dice Aristóteles... “Quien no conoce ni ve el problema, no sabe si ha encontrado la solución, aunque la tenga en la mano. Quien no conoce el camino, ni sabe cuál tomar, no conoce tampoco la meta hacia la cual nos conduce el camino”.
También podría decir que si alguien no sabe cuál es su meta corre el riesgo de ignorar si ya llegó. Tengo la certeza de que las causas arriba apuntadas son a su vez efectos de causas mucho más profundas, a partir de cuyo análisis, diagnóstico y conocimiento, podríamos lograr su modificación.
Esto es lo que me propongo; ir al fondo de las causas, a las Raíces del Mal. Exponerlas, denunciarlas, señalarlas, aunque tenga la certeza de que semejante tarea quijotesca acarreará a quien la intente las más variadas formas de persecución. Me sorprendió y me decepcionó profundamente que todos los presidentes sólo hayan hecho referencias a causas extrínsecas, sin hacer referencia a las intrínsecas, a las profundas, a esas que se encuentran en el meollo de la identidad, del origen y del destino humanos.
Me decepcionó que nadie conociera el verdadero problema, o lo que es más grave, que sus compromisos políticos con los “poderes tras el trono y sobre el trono mundial” les hayan impedido enunciar y combatir los orígenes de nuestros problemas justamente en su raíz, y no sólo en la periferia. En un resumen mínimo de las causas apuntadas en los párrafos anteriores, según las versiones oficialistas, son seis:
1) Un marco jurídico flojo, ambiguo e inadecuado.
2) Instituciones inadecuadas, pequeñas y dañadas.
3) Policías sin profesionalismo, estímulo, armamento y protección.

Corrupción de profundas raíces por colusión de policías y criminales.
No hay dinero suficiente frente a la astronómica riqueza del Narco.
La ausencia de personas éticas e incorruptibles.
Todo eso es cierto, pero como explicación, es insuficiente. Aquí no está la raíz del problema, y por lo tanto el camino para lograr la solución no está trazado. ¿Dónde están, pues, cuáles son, las causas intrínsecas? ¿Acaso podemos hacernos de la vista gorda, y no darnos cuenta que las “causas” que se apuntan, en realidad son simples síntomas de verdaderas causas, mucho más profundas?
Si el pueblo y el gobierno mexicanos han tenido, desafortunadamente, una deformación corrupta y despilfarradora, ¿acaso debajo de este síntoma, no podríamos darnos cuenta de que la causa es la adhesión, en diversos grados culpable, a una contracultura hedonista –lo moral del niño–, que sigue la línea del menor esfuerzo, de lo “bueno” sólo en cuanto útil o placentero?
Independientementedelinnegablehechodenuestrapropiaygeneralizada complicidad, ¿por qué no queremos aceptar que esta contracultura está intencionalmente propiciada y alentada, o al menos permitida –por diabólicos motivos financieros y hegemónicos globalizadores? ¿Por qué negamos la existencia obvia de geniales grupos de poder enquistados dentro de las Instituciones Educativas, la Familia, la Iglesia, el Estado, el Ejército, los Mass Media, las Redes Sociales y hasta Internet? Tal vez sus altos jefes ni siquiera se conocen entre ellos, ni forman propiamente una red conspirativa. Pero viven y pelean bajo un común denominador, según el propio Jesucristo, que les dice claramente:
“Jesús prosiguió: ‘Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió. ¿Por qué ustedes no comprenden mi lenguaje? Es porque no pueden escuchar mi palabra. Ustedes tienen por padre al Demonio y quieren cumplir los deseos de su padre. Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la Verdad, porque no hay Verdad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque es mentiroso y Padre de la Mentira. Pero a mí no me creen, porque les digo la Verdad’.” Juan 8, 41-45.
Los síntomas apuntan a una clara ausencia de Valores Universales, a una carencia de Virtudes esenciales, como la Templanza, la Fortaleza, la Justicia, la Prudencia, la Fe, la Esperanza y la Caridad. Y todo esto se resolverá, pregunto indignado:
1) ¿Adecuando el marco jurídico? ¡No! No basta, aunque esta medida sea buena. Porque los delincuentes siempre irán a la cabeza en tecnología, astucia y capacidad para burlar cualquier ley externa. El candado extrínseco ayuda un poco, pero ¿por qué no colocar el freno por dentro, por medio de un masivo y sistemático retorno a la vivencia de los Valores Universales y a la práctica de las Virtudes Cardinales y Teologales? ¿Por qué no rescatar vigorosamente en México nuestra Universalidad, nuestra Unidad, nuestra Independencia –según ondea a los cuatro vientos la original bandera nacional, la Trigarante?
El 27 de septiembre de 1996, por primera vez en la historia, el gobierno accedió tímidamente a reconocer oficialmente esa fecha como aquella en la cual, en 1821, se consumó la Independencia de México respecto de España. Y luego se les “olvidó” a todos, de nuevo. ¿Acaso las tres “Garantías” no están simbolizadas en la Bandera Nacional? Parece que sólo existen en el papel de los “Tratados de Córdoba”, porque las mentes de los mexicanos, hijos de la escuela mal llamada laica –en realidad atea– o de los colegios de seudocristianos vergonzantes, sólo creen en “el verde de los bosques” (¿dónde?), el blanco de las nieves (¿cuándo?) y la sangre de los mártires (¿los oficiales?)
Urge emprender una gigantesca cruzada nacional, para el resto de nuestra vida y las generaciones venideras, basada en la “Introyección” y la “Reingeniería de los Valores y Virtudes”, comenzando por difundir y plasmar los que están simbolizados en nuestro emblema patrio.
2) ¿Reemplazando las Instituciones inadecuadas, pequeñas y dañadas, por Instituciones adecuadas, grandes y sanas?
Ojalá lleguemos a tener ese tipo de instituciones. Pero, aún teniéndolas, cosa que ahora parece imposible, habría que resolver primero el sentido del término “institución adecuada, no pequeña, y sana”. Tendríamos que definir su tamaño, su adecuación y su salud, con el riesgo de caer en el gigantismo que requeriría una institución “adecuada” para una sociedad que no sabe regirse a sí misma por Valores ni Virtudes. Así, el tamaño de las instituciones policíacas podría llegar a tener una norma como esta: primero, dos policías por manzana, luego, cuatro, luego ocho, para terminar con un policía por cada ciudadano, y un policía para cada policía, y luego el policía del policía del policía, y así sucesivamente hasta el infinito kafkiano.
3) ¿Profesionalizando policías, estimulándolos con suficientes salarios y prestaciones, dotándolos de modernos armamentos y protección eficiente?
Ojalá esto se haga. Pero este logro no dejaría de ser una aspirina, tal vez morfina, ante cuyo impacto, el dolor y otros síntomas desaparecerían por un tiempo. Más aún, hacernos creer que esta es la mejor o la única solución, es un sofisma. Porque ser policía en una sociedad corrupta, pagana, hedonista, utilitaria, atea, materialista e iconoclasta como la nuestra, requiere de algo mucho mayor que el simple profesionalismo. Requiere de una “vocación a la santidad,” o cuando menos al heroísmo.

¿Qué perfil de personalidad podría requerir un policía, un gobernante, un comandante, un delegado, un procurador, para resistir “obregonistas cañonazos” de millones de dólares?
¿Qué tipo de valores, creencias, virtudes y convicciones requiere un sujeto capaz de manejar los recursos del fisco, sin tomar ni un centavo, y proyectándolos hacia el Bien Común, sin exhibicionismo, sin cacaraquear el huevo de oro antes, durante y después de ponerlo?
Sobre todo, sin troquelar en las avenidas, escuelas, parques, edificios, etc., su propio nombre o el de su fecha de nacimiento, como acostumbran hacerlo casi todos los gobernadores, gracias a su perfil narcisista.
¿Qué niveles de valentía, determinación, patriotismo, fe, fortaleza, requiere una persona cualquiera, para hacer frente con entereza a la intimidación que puedan sufrir él y su familia, por no corromperse ante las presiones y manipulaciones de los narcopolíticos o narcotraficantes? ¿A qué rangos de salario y prestaciones tendríamos que llevar a los servidores públicos, para que tengan remuneraciones capaces de competir contra las que proporciona el Todopoderoso Narco o la corrupción personal u organizada?
¿Qué clase de armas mortíferas habríamos de proporcionales, sin caer en una carrera armamentista de consecuencias imprevisibles? Protección... ¿para cuántos? ¿Por cuánto tiempo? ¿Hasta dónde? ¿A quiénes?
¿Combatiendo sistémica y sistemáticamente la corrupción, en sus profundas raíces, evitando o impidiendo la colusión de policías con criminales?
Es verdad que, como la prostitución, la delincuencia y la corrupción son lacras humanas cuya erradicación total es imposible. El reto, pues, no es eliminarlas por completo, porque eso es un sueño, una utopía. El reto realista consiste en reducirlas a su mínima expresión. Hace unas décadas todas esas lacras estaban relativamente controladas. El problema actual es que ya se salieron de control, ya tomaron las calles, las plazas, los bancos, las instituciones públicas y privadas.
Ya invadieron todos los espacios de la vida humana, pública y privada, desde las más altas esferas del Poder Real. ¿Cómo combatir la corrupción, hasta arrinconarla y tenerla bajo control? ¿Por medio de la fuerza? Se generará más fuerza. No, tampoco es por ahí. El verdadero reto no consiste en “impedir que se coludan”. El verdadero reto tiene otra redacción y otro contenido. Se expresa así: ¿Cómo “hacer que otros quieran comprometerse con la obtención de su propio bien individual dando prioridad al Bien Común?” ¿Cómo lograr instalar en la Cultura Organizacional de la mayoría de las instituciones públicas y privadas, como costumbre cotidiana de una mayoría de sus Líderes y seguidores, los siguientes hábitos?:

• Vivir, hasta el heroísmo, con la Visión de un Propósito Elevado, Trascendental, que vaya más allá de nuestra muerte física.
• Crecer como persona en la búsqueda de la Excelencia.
• Buscar el consenso con los partidarios y los enemigos, más que
la separación o la desunión.
• Lograr la unidad, en medio de la diversidad ideológica y
psicológica.
• Trabajar sin perder de vista la urgencia del rendimiento
productivo.
• Enriquecer sistemáticamente el acervo de nuestras experiencias.
• Mantenernos siempre íntegros, dentro de los Principios Éticos
Universales, a pesar de la corrupción del entorno sociopolítico.
• Vivir abiertos al cambio, en este cambio de época.
Uno de los objetivos de este proceso de Reingeniería de Valores, realizado a fines del siglo pasado en 800 servidores públicos jaliscienses, fue el de mostrarles algunos fundamentos, estrategias, posibilidades, técnicas, para lograr “poner el candado por dentro”. En vez procurar impedir la colusión de los servidores públicos con los delincuentes, cosa que es sólo poner “el candado por fuera”. Obviamente esto se puede aplicar a cualquier campo de qué hacer humano.
Para lograrlo, requerimos todos reaprender, sujetarnos intencionalmente a una verdadera “Reingeniería de Valores y Virtudes”, valiéndonos de los cinco campos o aspectos de la ciencia humana, que son, en griego: tekne, phrónesis, episteme, nous y sophía; en latín: ars, prudentia, scientia, intellectus y sapientia; en castellano: arte, prudencia, ciencia, inteligencia y sabiduría.
Es oportuno hacer aquí una serie de advertencias:
• Primera: el conocimiento teórico se adquiere con rapidez.
• Segunda: la aceptación cognitiva puede ser fingida o ambivalente.
• Tercera: la asimilación se logra sólo a largo plazo.
• Cuarta: socioculturalmente, los hábitos virtuosos son mal
vistos.
• Quinta: las virtudes pueden tardar años en consolidarse.
• Sexta: es insuficiente atacar sólo causas y síntomas externos.
• Séptima: urgen apoyos y estrategias capaces de convencer a la
“persona utilitaria y hedonista” para que quiera ser una “Persona Honesta”.
5) ¿Adquiriendo e invirtiendo el dinero suficiente?
Cierto es que el dinero es el primero de los medios, pero por desgracia humana es el último de los valores. Mucho más dinero, millones de veces más billetes verdes, no son suficientes. Los países más ricos de la Tierra no han logrado acabar con los terroristas, porque éstos siempre podrán hacerse de más recursos que los gobiernos mismos. Los recursos materiales, en cualquier cantidad que se tengan, son insuficientes por misma naturaleza. Porque: ¿cuándo se ha visto que el apego a la Virtud, la Belleza Moral, el Bien, la Verdad, puedan conseguirse con dinero?
Por otra parte, ¿cuánta cantidad de dinero se necesita para combatir eficazmente al Narco Global y a los corruptos dentro del Narcosistema político y empresarial? Creo que la capacidad de combate de las “fuerzas del mal” siempre será superior a la de las “fuerzas del Bien”. No es una cuestión que se pueda dirimir sólo por la fuerza, ni mucho menos principalmente con la fuerza del dinero o de las armas, ni únicamente de la tecnología. Porque si el dinero, las armas y la tecnología tienen alguna fuerza real –¿quién lo duda?– casi siempre la ejercerán en la línea de incrementar su poder y su eficacia corruptora.
¿Resolviendo el problema de “la falta de personas éticas”?
Sí. Aquí, al menos en algo tan esencial, Zedillo tenía razón. Lo que nos faltan son Personas. Lo que casi se ha extinguido es una cultura social “pro vida”, porque estamos sumergidos hasta el cuello en la “Cultura de la Muerte”. Y pronto la asfixia será irremediable e irreversible. Seguramente no podremos evitarla en el ámbito mundial, pero ciertamente sí en el familiar y el personal.
Juan Pablo II dice al respecto:
“La cultura es aquella a través de la cual el hombre, en cuanto hombre, se hace más hombre, ‘es’ más, accede más al ‘ser’. En esto encuentra también su fundamento la distinción capital entre lo que el hombre es y lo que tiene, entre el ser y el tener. La cultura se sitúa siempre en relación esencial y necesaria a lo que el hombre es, mientras que la relación a lo que el hombre tiene, a su ‘tener’, no sólo es secundaria, sino también relativa. Todo el ‘tener’ del hombre no es importante para la cultura, ni es factor creador de cultura sino en la medida en que el hombre, por medio de su ‘tener’, puede al mismo tiempo ‘ser’ más plenamente”.
¿Y qué es lo que ha producido nuestra cultura actual? ¿Ser o Tener?
¿Anhelan ahora ser mejores seres humanos nuestros niños, adolescentes, jóvenes y padres de familia, o lo que les importa es “la lana”? ¿Se esfuerzan por aprender a cantar, a componer música, a triunfar en el deporte, o más bien se conforman con un micrófono y con hacer fantochadas en el escenario?
No creo que el anhelo de ser mejores esté triunfando. No tenemos triunfadores. Repito: tenemos hordas de trepadores, perdedores y simples ganadores. De ninguna manera triunfadores, y veamos por qué.

Finalmente, después de muchos años de estar escribiendo y coleccionando apoyos bibliográficos y experimentales para lanzar mi serie de libros, en apoyo a mi teoría de la personalidad y como auxilio intelectual y moral, terapéutico y estratégico, para ayudar a “ser” a una multitud de pacientes, a Dios gracias fue posible realizar un tímido e inconcluso proceso de Reingeniería de Valores en las cuatro dependencias jaliscienses relacionadas con Seguridad y Justicia.
En ella, desde julio de 1999 hasta febrero del 2001, gracias al apoyo decidido del entonces Gobernador, Ing. Alberto Cárdenas Jiménez, y de los titulares de cada Dependencia involucrada, pudo mi empresa enfocar las baterías para proponer un “sistema de diagnóstico” de Valores y Virtudes, pero también una forma sistemática de rescatarlos, de volverlos a introyectar.
Tuvo mucho que ver, en el apresurar mi decisión de proponer –hasta convencer a multitud de funcionarios que pusieron todos los obstáculos posibles en mi camino– el hecho de haber recibido una interesantísima carta de una maestra de primaria que fue alumna y colaboradora mía.
Vale la pena, amable lector, que antes que otra cosa analices esta carta, ya que en ella se plasma, plenamente, el concepto de “Triunfador”, troquelado a fuego, sobre todo por los medios masivos de desinformación y deseducación, en la mente y en el corazón de nuestros hijos.
Este troquelamiento mental, axiológico y social está agudamente descrito en la carta sobre la cual ella descarga sus quejas, angustiada porque no sabe qué y cómo hacer para que sus “niños”, inscritos en una escuela de clase alta, quieran ser en verdad Triunfadores, es decir, buscadores del “Bien Honesto”, ya que hoy son más que otra cosa sibaritas diletantes del bien deleitable, del bien utilitario.
Transcribo la carta a continuación:
“México, D.F., a 1° de septiembre de 1998. “Juan Bosco:
“No tengo el gusto de conocerte personalmente. Sólo te he escuchado por medio de tus participaciones en la TV y en la Radio. Desde hace varios meses deseaba escribirte, y por fin te escribo, aprovechando que hoy nos dieron el día libre en la escuela, para que pudiéramos escuchar el informe presidencial. Tal vez te reirás de mí y de mis preocupaciones. Pero antes de que te rías, déjame presentarme, aunque sea brevemente.
“Durante muchos años, desde adolescente, estuve casi fuera del planeta, gracias a la decisión autócrata de mis papacitos de meterme a un convento, apara apartarme de lo que ellos aún llaman los peligros del mundo. Afortunadamente, durante los últimos años, y antes de colgar los hábitos que nunca amé, la orden religiosa nos permitió a un grupo de compañeras y a mí estudiar la carrera de Psicología Educativa. Ahora trabajo como psicóloga o consejera en el Colegio XYZ. El motivo de mi carta es plantearte una serie de interrogantes que me aterrorizan en este trabajo, para el cual me siento con vocación, a la vez que reconozco carecer de la experiencia y los conocimientos necesarios.
“Y ahora te redactaré un resumen acerca de mis observaciones sobre los niños de mi colegio, desde primero e primaria hasta tercero de bachillerato. La mayoría está cortada con la misma tijera y el mismo patrón, salvo casos aislados. Como podrás intuirlo desde el principio, mi gran pregunta es: ¿qué puedo hacer yo para convertir a estos Niños Rebeldes, Narcisistas, Sumisos, pero nunca Investigadores, en Adultos Integrados y Triunfadores?
“Fíjate como son:
“Lo que sienten acerca de México: para una inmensa mayoría, las fiestas patrias y religiosas son un pretexto excelente para construir puentes. En eso son arquitectos tercermundistas.
“Sus papás les pontificaron, antes de la catástrofe de diciembre de 1994, que México ya jugaba en las grandes ligas, dentro de los doce países más ricos del planeta.
“Piensan que los únicos pobres que hay en el país son los indios y los nacos.
“No se dan cuenta de que ellos se convierten en nacos justamente cuando dicen que los nacos son los demás.
“Cuando van a Acapulco por la Autopista del Sol, dicen que esa es la demostración de que México no es más un país subdesarrollado. Si un día sus padres les comunicaran que se irán a vivir a provincia, muchos de ellos responderían con la típica expresión mexicana, desde lo más hondo de sus almas y corazones: “¡ni madres, qué aburrido!”
“Lo que dicen acerca de sus padres: con una asombrosa facilidad los tachan de locos, rucos, pasados de moda, ancianos, antiguos, momiza, etc., aunque sean jóvenes aún.
“Ya no aguanto a mi mamá, está loca”, es algo que escucho todos los días, hasta la saciedad.
“Papá es considerado como un simple proveedor, y “mientras se azote con la lana”, no lo molestan, ni protestan. “Es un entrometido, anticuado y naco, sobre todo cuando me pide las calificaciones”.
“No tengo por qué dar razón de los recados telefónicos que la escuela deja en mi casa. Que los rucos recluten una secretaria”. “Por otro lado, creen que la mamá o la servidumbre deben resolverles todos sus problemas prácticos y de supervivencia, y se enfurecen hasta lo inaudito cuando alguien les pide cualquier
mínima actitud virtuosa de colaboración.
“A ambos padres los creen casi siempre equivocados, y consideran
un honor y un orgullo expresarse de ellos despreciativamente, sobre todo cuando hay otros compañeros o compañeras delante de los maldicientes.
“Si los padres están divorciados, o están en problemas, exclaman: ‘ese no es mi rollo, mientras a mí me cumplan...’
“Cuando sus padres les piden un favor, ni siquiera contestan, y la más de las veces contestan airadamente: “no manches... o... no mames, güey”.
“El trato que les dan a sus padres es digno de una Carta al Hijo, al estilo de Franz Kafka, en sentido inverso a la famosa Carta al Padre. O les hacen todo el día la barba por dinero, o no los pelan, es decir, no se voltean ni a verlos. Les dicen cosas tales como:
“¡Cómprenme un coche, aunque sea a crédito, de perdida! ¡Déjame vivir en paz!
¡Estás traumada, mamá, estás traumado, papá!
¡Lo quiero porque sí, porque lo pido yo!
¡Mira papá, tú mejor ya ni opines, porque no entiendes nada!
¡No mames, no manches, no jorobes!
¡Cuando yo sea grande está dicho que nunca seré tu amigo... o tu amiga!
¡Si me siguen fregando me largo a vivir con mis abuelos! ¡Soy muy infeliz, desdichado, por culta de ustedes! ¡Denme más dinero, que con la inflación ya no me alcanza para nada!
¡Papá, mamá, siempre están que se les va el avión! ¡Todo es por su maldita culpa!
¡Ya déjenme en paz!”
“Lo que expresan de sus maestros es muy parecido a la lista de expresiones usadas contra los padres, sólo que un poco menos hostiles o descarados, porque le tienen aún cierto temor a ser expulsados.
“Eso sí, los riquillos, sobre todo, se sienten impunes, y se enfrentan a sus maestros como graduados en la escuela para psicópatas.
“Una de las expresiones más frecuentes, es esta:
“¡Uta! ¡No mames, güey, este año me tocó un maestro perrísimo!”
“Por medio de su vocabulario y sus modales demuestran ser cada día más mal hablados. La mayoría espeta carnes veracruzanas que sonrojarían a cualquier carretonero de mi pueblo. Insisto en que entre ellos, las mujeres y los hombres, lo menos que se dicen es “güey”.
“Con toda naturalidad, las niñas exclaman: “¡uta madre!” ¡Güey!” Estas son algunas de las groserías que, no sin cierta pena, te puedo escribir en mi carta.

“Las demás son mucho peores, y parece que en su paladar experimentan un placer orgiástico cuando vociferan, de lado a lado de los pasillos, corredores, aulas y hasta en la capilla.
“Sus preferencias y valores operantes reales, son, por sexos: “De los niños:
“Andar con la vieja más buena del colegio Irlandés, del
Miraflores o del Regina, entre otros.
“Llevarse a toda madre con el hijo de alguien que haya salido
en la revista Forbes.
“Estar delgada, esbelta, con mucho busto, buena pierna, y
poder exhibirse con jeans ajustados o mallas lustrosas.
“Exhibir un reloj Cartier, Omega, Girard Perregaux, Rólex. “Las niñas sueñan con andar con un niño de esos que
trabajan en casas de bolsa.
“Niños y niñas desarrollan casi las mismas pláticas en el recreo:
hablan de alzas y bajas en la bolsa, fraudes bancarios, cotización del dólar, renegociación de las deudas de los nacos con los bancos, quiebra o suspensión de pagos de la fábrica de fulanito, nunca de la de su papá, de viajes a los “Yunaits Esteits Ofamérica”, Orlando, Disneylandia, pero no la de Anaheim, California, sino mínimo a la de Japón o la de París.
“Pasar el fin de semana en Valle de Bravo, Ixtapan, Ixtapa-Zihuatanejo, y de perdida en Acapulco o Puerto Vallarta.
“Presumir a un novio, amigo o hermano guapísimos.
“Que muy seguido le manden flores de famosas florerías popis. “Salir sin chaperón con un yuppie, que use Platinum Card y
que esté trabajando con un profesional muy famoso.
“Tener la mejor mesa de Very Important People en la
discoteca.
“Tener plan para no aburrirse: ir a bailar jueves, viernes y
sábado, a La Boom.
“Tener un coche deportivo, sobre todo de los últimos que están
saliendo en el mercado mexicano: Mercedes, BMW, Honda. “Vestirse a todo lujo con ropa de marca como Versace. Dicen
que sólo los nacos compran en Sams, Price Club, o Suburbia. “Niños y niñas de las variadas edades cuentan: “¿Vieron el último programa de Cristina? ¡Estuvo de pelos! Se trataba de una señora que estaba enamorada del marido de su hija”. Y otros
replican, con aires de experiencia:
“¡Ay, eso no es nada: el otro día vi un programa con la misma Cristina en el que salía un ruco que quería ser mujer, alegando que desde que era niño tenía corazón femenino...”
“Fantasías y Sueños:
“Vivir en una casa donde nadie les diga que no, a nada.

“Ser ciudadanos de un país donde todo el mundo sea millonario, rubio, de ojos azules.
“Donde sea fácil, como en Alemania, manejar un coche último modelo sin límites de velocidad, en donde no haya ni pobres ni nacos.
“Su filosofía de la Vida:
“Tener, tener y tener de tocho morocho, y sin esfuerzo. Para trabajar están los viejos y los matados.
“Gozar, gozar y gozar, sin límites. La vida se vive sólo una vez. Llegar lo más tarde posible de la disco de moda. Ir al “Fajusco” con su galán, y como se los aconseja Carlos Cuauhtémoc Sánchez, ya que están ahí, hacer el amor despacito, cómodamente, y sin sentimientos de culpa.
“Las relaciones sexuales prematrimoniales están bien vistas por casi todos los chicos y chicas, a pesar de que tienen confesores y misa diaria a su disposición, sin que se les imponga autoritariamente. Creo que es en gran medida resultado de la influencia del libro “Juventud en Éxtasis”, recomendado por padres ignorantes, aunque de buena fe.
“Lo que no entiendo es que la dirección del colegio haya aceptado las conferencias y los libros de ese señor. Aparentemente, por razones prácticas, higiénicas y psicológicas, el libro reprueba las relaciones antes o fuera del matrimonio legítimo, pero como la escala de valores de este autor carece de un fundamento ético universal, no tiene inconveniente en admitir que, en algunos casos, esas relaciones pueden ser inevitables y, para estas ocasiones, da tres consejos, con los que justifica la excepción:
“En primer lugar, estar enmarcado por un gran amor.
“En segundo lugar, hacerse en buenas circunstancias, relajadamente, sin prisas, en un lugar perfectamente cómodo.
“En tercer lugar procurar estar libre de remordimientos, porque los efectos de la culpa pueden echar a perder ese momento y toda su vida posterior”. (Página 61).
“En esta escuela cuyos dueños, directores y maestros dicen ser católicos, podemos decir que son una verdadera excepción los niños o niñas que en verdad se apegan voluntaria y congruentemente a las normas de dicha religión. Obviamente, esos niños excepcionales no son famosos, ni tienen muchos amigos, ni seguidores. No son típicos, ni están de moda. Son muy impopulares.
“Capítulo aparte merece el análisis de su forma de estructurar su tiempo:
Ellos, después de los catorce o quince años, y tal vez desde antes, o están crudos por alcohol y/o drogas, o se prenden de la televisión como enajenados. Rentan películas, mientras más gruesas, mejor.

“Tragan, que no comen, pizzas, teppanyaki, pollos fritos y comida chatarra, a todas horas, y muchas veces sin levantarse de su cama.
“Y hablan, hablan, hablan por teléfono hasta que las orejas se les hinchan y la saliva se les va.
“Ellas, después de los trece o catorce años, y tal vez desde antes, adoran la tele por cable, sobre todo los canales musicales, con sus ídolos y grupos de moda. Sueñan con parecerse a las conductoras que hacen gala de cerebros vacíos, senos turgentes descocadamente exhibidos, y boquitas pintadas, elocuentes de naderías verborreicas.
“Se acaramelan y aun se masturban por teléfono con el galán en turno, parlotean con amigos y amigas. Los padres no pueden comunicarse casa durante horas enteras, y a veces se ven obligados a contratar dos o más líneas telefónicas, porque nadie quiere entender ni aceptar que el teléfono no es para platicar, sino para comunicarse breve y discretamente.
“Devoran las revistas que más les llenan la cabeza de vanos deseos: Hola, Eres y Actual. Mediante sus sibaríticos consejos y contundentes opiniones toman las decisiones más importantes de su vida.
“Lo qué desean ser cuando crezcan: Los Niños quieren ser administradores de empresas exportadoras, para garantizar la billetera llena o la dolariza. Ser más ricos que sus papás, porque nada es bastante. Casarse con la niña más guapa, rica y pipiriznais.
“Estudiar, para ser rico y famoso, y agarrar buenas relaciones, en una universidad famosa, no en las de marca Acme o Patito. Llegar a ser dueños de grupos como: Accival, Bimbo, Carso, Citycorp, Cifra, Vitro.
“Las Niñas desean ser: arquitectos, diseñadoras gráficas, comunicólogas. Tener una agencia de publicidad propia, puesta con la lana del papá.
“Estudiar relaciones internacionales, y escribir acerca de las estrellas, o de la moda, o de los nombres de renombre del yetset, en una revista o en un periódico.
“O bien, lucirse como lorolocutora glamorosa, deseada y guapísima en “ECO” o en “Al Despertar.”
“Hacer una carrera fácil, que no queme ni desgaste mucho las neuronas. Casarse con uno más rico que su papá, y si se puede, extranjero de apellido raro. Vivir en Bosques de las Lomas, el Pedregal, alguna torre exclusiva, o, de perdida, en Tecamachalco.
“Tener un depa propio en Vail, Aspen, o Breckenridge.
“Algunas aspiran a ser madres de una mujercita y de un hombrecito. No más, porque ya somos muchos, y hay que usar el DIU, la píldora, o si acaso, como dicen las monjas mochilonas, el ritmo.

“Algunas de las más inquietas desean trabajar medio tiempo, para no descuidar sus múltiples obligaciones.
“Héroes y heroínas favoritos: los Niños desean parecerse a
Roberto Hernández, por ser el más rico de los banqueros. A Lorenzo Servitje, el mejor de los empresarios de México. (No tienen ni la menor idea de las virtudes que este hombre tuvo que desarrollar para ocupar el lugar que ocupa).
“A Luis Miguel, para poder drogarse impunemente y andar con la chava en onda más cuero y reventada del planeta. A Donald Trump, para estar siempre en Forbes.
“Envidian a Pedro Ferriz de Con, para ser un líder de opinión públicamente respetado y admirado.
“Admiran a Jorge Campos y a Luis García, por ser los deportistas que adoran las estrellas. No por los esfuerzos viriles y heroicos que necesitan ellos realizar para mantenerse donde han llegado.
“Las Niñas desean parecerse a Cindy Crawford, para estar siempre en las portadas de las revistas de moda. A Isabel Presley, para que les hagan reportajes como a ella. A Carolina de Mónaco, para casarse con quien lo deseen, aunque los padres revienten.
“Bueno. Te juro que hasta quisieran morir como lady Diana, para volverse famosas. Por supuesto que la Madre Teresa no les interesa.
“A Hillary Clinton, porque es la esposa del presidente del país más poderoso de la tierra. Además, ya dijo que el aborto y el control natal no tienen nada de malo, contra la opinión “demodé” de la monjita directora del colegio.
“Para colmo, y ya para terminar, te diré que no conocen a sus verdaderos héroes.
“Pero muchos de ellos creen en héroes falsos, oficiales, aunque en esta escuela los maestros se apartan bastante de la línea oficial. Lo que pasa es que escuchan más a la TV que a sus maestros.
“En este colegio es obligatorio rendir honores a la bandera cada lunes. Para casi todos, es desconocido el significado de los colores de la bandera ante la cual se cuadran, de mala gana, todos fachosos y descuadernados. Ni la menor idea tienen de que el Verde signifique Religión, el Blanco Unión y el Rojo Independencia, según el Plan de Iguala, el que, tras los Tratados de Córdoba, desembocó en la Independencia de México.
“Y si conocieran esos significados, de todas maneras no los integrarían como parte de su vida.
“Podría seguirle, pero ya cansé de enumerarte tantas desgracias que consumen a nuestra otrora inocente niñez.
“Con desesperación, pero esperanza, tu alumna, Adriana”.

A la lista de plagas, azotes, instrumentos y efímeros bienes útiles y deleitables que enlista esta maestra, hay que añadir ahora, en el 2012, las nuevas adicciones, que se apoderan de los cerebros infantiles desde la más tierna edad: computadoras de todos tipos, tabletas, celulares, “Blackberry”, juegos de aniquilación, televisores, juguetes electrónicos, mensajería instantánea –esa que sirve para “estar lejos de los que están cercan y cerca de los que están lejos”– y mil fascinantes cositas más.
Me pregunto si para detener, cuando crezcan, a estos rufianes enmascarados tras rostros angelicales, a estos “Gremlins”, bastan el marco jurídico adecuado, el dinero, una policía bien armada, un ejército infiltrado echado sobre el Narco –muy selectivamente–, instituciones fuertes, y todo lo demás. Sobre todo porque serán ellos quienes detenten el poder, en las filas de todos los partidos políticos.
Ahora, a mediados del año 2012, ya nos dimos cuenta de que el PAN no sólo fue invadido por trapecistas políticos y trepadores del alta escuela, sino que la mayoría de sus militantes de alto nivel se pasaron al Adversario. Cuando hace cuando menos ocho años mi hermano Carlos María se dio cuenta de tan alta e infame traición, se lo tragó todo –“como secretos de estado”– y luego se murió de tristeza y de cáncer, con el veneno corroyendo su sistema gastrointestinal.
¿Acaso lo que se necesitan no son familias integradas en torno a valores y virtudes, escuelas y colegios que no sólo den instrucción, sino formación integral centrada en el amor a las virtudes y en la jerarquización trascendente de los Valores Universales?
¿Templos donde no sólo se cumplan rituales, sino que se predique con el ejemplo, y estén dirigidos por sacerdotes y obispos con vocación de mártires?
¿Dónde están los medios de comunicación que en vez de casi sólo divertir, y más que nada prostituir y corromper, enaltezcan artística, inteligente y sutilmente el heroísmo y aun la santidad?
En la identidad y el destino de este proceso, que probablemente tiene más rasgos personales y coloquiales que propiamente profesionales o académicos, encontrarás por ti mismo mi cabal respuesta a esa carta.
Porque saltan a la vista y taladran los oídos otra serie de hechos, acerca de los cuales casi nadie reflexiona, y que son más corrosivos aún que todo lo dicho hasta este momento. Y en México, además de los titulares casi siempre amarillistas, tipo “Tan sólo hoy hubo cien ejecutados”, podríamos señalar la frecuencia y la particular intensidad de muchos fenómenos decadentes:
Cada vez más aumenta el feroz individualismo, dentro del cual existen menos personas dispuestas ofrendar su vida dentro de una filosofía del servicio al prójimo.
Crece la cantidad de alcohólicos, drogadictos y viciosos, que no pueden decidir por sí mismos manejarse con firmeza, en forma definitiva, por la súper autopista de la Virtud, porque ésta es una

señora avergonzada, aunque en el fondo deseada por todos los seres humanos.
Crece, incontenible, la subcultura pletórica de remedios aparentemente fáciles, voluntaristas e ingenuos, como los que propone la “psicología de supermercado”, esa que te enseña “cómo ser triunfador en diez lecciones,” mediante alguna técnica de “Calidad Brutal Aprovechando el Potencial Infinito del Hombre”.
Esa que por medio de videos y de casetes motivacionales baratos te promete “cómo hacer que los demás hagan lo que tú quieres”, “cómo realizar tus sueños”, “estrategias para triunfar.” La que te aconseja al oído lo que tu Niño Interior, lastimado y enfermo, desorientado y confundido, quiere oír, para tranquilizarse de los sentimientos de culpa autogenerados en el constante vivir hedonistamente dentro de la línea del menor esfuerzo.
La mayor parte de las parejas que vienen a consulta, después de vivir años y aun décadas de guerra sistemática en relaciones patológicas no reconocidas ni resueltas, se niegan a acepar una intervención basada en la “Reingeniería de los Valores”, porque carecen de los conocimientos mínimos, de las fuerzas y de los motivos suficientes, para continuar su matrimonio, para reconciliarse, porque son producto típico de una sociedad que ha proclamado como única, la existencia de “valores idiosincrásicos”, a la vez que desconoce los valores y las virtudes universales.
La mayor parte de los niños que nacen, son “no deseados”, y carecen de un estilo de educación que promueva su desarrollo integral.
La mayoría de las familias son disfuncionales, es decir, viven en conflicto permanente, sin poder encontrar, por sí mismas, el equilibrio en la Justicia, y por ende el Amor.
Más de la mitad de los jóvenes de este país, sufren el “Síndrome del Padre Ausente” o desconocido.
Se practican clandestinamente una cantidad no especificada de abortos, que conservadoramente no bajan del medio millón por año.
Siete de cada diez familias se encuentran proceso de desintegración. Nunca, en México, había crecido tanto la tasa de divorcios y querellas familiares con violencia.
Son cada vez más los padres de familia que viven obsesionados, buscando, sin encontrarla, una respuesta a sus preguntas más frecuentes: ¿cómo hacer que mi hijo me obedezca, estudie, deje las drogas, deje a la prostituta de la que se enamoró, deje al desgraciado ese de su novio, cómo lograr que no sea un bueno para nada, que sea un hombre de bien, etc.?
Se incrementan arrolladoramente los casos de niños, adolescentes y jóvenes que carecen de modelos de vida adulta

y que sólo desean tener mucha lana. Antes, la madre era sobreprotectora, pero hoy en día es cada vez más, ella también, ausente. Los estilos de mando en el hogar son fabricantes cada vez más eficaces de hijos neuróticos, dependientes e improductivos.
Los medios masivos de información ponen de moda las relaciones simbióticas, asfixiantes y codependientes, con la pareja o parejas en turno, por medio de sus inefables telenovelas y otros subproductos corrosivos de la ética universal.
Aumentan la depresión, la melancolía y el derrotismo en las masas de población sometidas al estrés, la inseguridad, y todo lo dicho, pero sobre todo depauperadas por la ausencia de líderes virtuosos creíbles, a los que puedan seguir. Por citar sólo a los relevantes, el mundo siempre tendrá una madre Teresa, un Mahatma Gandhi, en tanto que Lech Walesa llena de esperanza a los poloneses, y Nelson Mandela a los Sudafricanos.
Pero en México... ¿hacia quién voltear los ojos, en una sociedad formada por bautizados, ex-cristianos, neopaganos? Las mayorías se contentan con idolatrar a Trevi, Shakira, Alejandra, Gaga, Rihana, Bieber, Thalía y Talotra, que se degeneran y nos degeneran en forma cada vez más “auténtica”.
Los arranques maníacos, en los que la juventud cree que puede zamparse el mundo de un bocado, se incrementan gracias a todas las formas posibles de adicciones, que se han convertido en el obsesivo-compulsivo afán de consumo de una sociedad que ya no gira en torno al templo, la fábrica y el hogar, el campo, los deportes y la música, sino que se descubre quebrada, defraudada y engañada, tras comprar y consumir hasta la saciedad, o desear, sin poder tener, todo un cuadro “sensacional y maravilloso”, formado por los “bienes supremos” de la vida actual. Aclaro que no tengo nada contra estos bienes, puesto que lo malo no es tenerlos, sino abusar de ellos y convertirlos en la razón de vivir: alcohol, cigarro, sexo, drogas, comida, compras, poder, placeres, fama, joyas, vacaciones, dólares, espectáculos, ídolos, “estrellas”, marcas, vicios, discotecas, fiestas, diversiones, dinero, ropa, autos, casa, etc...
En esta lista aparecen todas las cosas desechables, sujetas al úsese y tírese, y todas ellas, además de usarse en demasía, se utilizan mal, se trivializan. Pero lo más grave es que también se trivializan y se desechan los valores, las virtudes y los sentimientos, como si fueran ropa sucia o pasada de moda. En nuestro delirio consumista de fin de milenio, hemos convertido a las personas en meros objetos, y las tratamos, las tiramos, las cambiamos, como si fueran máquinas o computadoras obsoletas, a las cuales hay que sustituir por modelos avanzados.

Lo predecible, en este terror impuesto –en parte– por los Amos de la Deudocracia, es que, así como un robot coloca tapas en las botellitas de medicina, millones de personas terminarán sus días sin esperanza alguna de vida, porque carecen de la rapidez, la eficiencia, la estabilidad y la rentabilidad del robotito.
Hemos perdido, o acaso nunca henos tenido, una noción de elemental sindéresis, y es la de que un adulto responsable no debería tener más bienes que aquellos que pueda usar responsablemente. No es ético tener más cosas de las que podamos cuidar y usar con esmero, con cariño, porque lo malo no son las cosas, sino la actitud frente a ellas.
Desde luego, debo ahora confesar, en honor a la verdad, que durante más de sesenta años, desde que era yo un “niño troquelado”, sumiso y aterrorizado, pero profundamente investigador y preguntón, he luchado conmigo mismo por integrar en mi cerebro y en mi corazón los violentos cambios, las crueles crisis y los sucesos sin explicación aparente que han rodeado tanto mi vida personal como profesional. No soy ajeno al terrible desgarramiento interior entre mi impulso hacia el Absoluto y mis pasiones humanas.
He peleado por integrar y comprender también los cambios inesperados que hemos sufrido en la sociedad mexicana y en el contexto mundial, cambios que en su mayoría, estoy convencido, nos aproximan a nuestra autodestrucción, a menos que lo mejor de la vida esté por llegar. A pesar de que ya me atrevo a proponer mi propia “Teoría de la Personalidad” en forma explícita, de ninguna manera pretendo formular una especie de ortodoxia definitiva, y tampoco decir que la batalla ha terminado.
Por el contrario, estas líneas son, en gran medida, un nuevo comienzo de la interminable guerra dentro de mí mismo por acercarme más a la congruencia, y ayudar a otros a encontrarla. Las ideas expresadas tienen variados y contradictorios orígenes, y las más diversas y aun opuestas personas e ideologías tienen aquí su crítico impacto o cuando menos su sincero reflejo.
Más que nunca mi certeza es que la Verdad en sí misma es Absoluta, pero que en esta vida el conocimiento que tenemos acerca de ella es insoportablemente pequeño y relativo, a pesar de todas nuestras grandes certezas. Porque por más experiencias y conocimientos que acumulemos en esta vida, Ella, la Verdad, será inabarcable en su totalidad para toda mente humana, mientras seamos errantes andariegos en la tierra.
Sin embargo, finalmente, me puse a escribir porque no puedo ni conviene seguir esperando ni hacer esperar. Me consta, y junto conmigo a varios miles de personas, que las ideas contenidas en estos libros, hasta ahora expresadas sólo verbalmente en mis grupos de desarrollo humano, en el proceso “Creando Agentes de Cambio”, han causado en mayor o menor grado influjo benéfico en cientos de familias, personas, empresas y grupos.
Deseo hacer extensivo ese beneficio a cuanto lector de buena fe se acerque a estas páginas con atención y concentración, curiosidad y humildad intelectual, pero sobre todo con ganas de aplicar lo que aquí propongo como herramienta de crecimiento. Han pasado ya 42 años desde que en enero de 1970 impartí el primer curso de “Análisis Transaccional”, fuertemente impactado por las ideas y métodos del Dr. Erich Berne y algunos de sus notables alumnos, como Thomas Harris y Ricardo Kertész.
Por mis aulas han pasado más de 150,000 personas, y la mayoría, años después, reconocen que su vida puede dividirse, como por un parteaguas, en dos grandes épocas: antes de la influencia de estas ideas, y después de ellas. Antes del impactante contacto con la “Psicología Realista” la mayoría de mis alumnos y pacientes se sentía lejos de su Causa Final, arrastrándose por el planeta sin un sentido y sin un destino claros. Después, para una mayoría significativa, el sentido y el destino se han aclarado al acertar en lo esencial: la Virtud.
• Planes de Vida y Carrera llevados a feliz término, con nuevos retos por vencer.
• Familias desintegradas que lograron reunificarse.
• Parejas en conflicto permanente que encontraron el equilibrio
en la Justicia, y por ende el Amor.
• Individuos que decidieron y pudieron rediseñar su vida dentro
de una filosofía del servicio al prójimo.
• Alcohólicos, drogadictos y viciosos que decidieron recomenzar
su vida con firmeza, en forma definitiva, por la autopista de la
Virtud, porque en ella encontraron el equilibrio y la paz.
• Policías que decidieron cruzar el Rubicón, y dejar el billete fácil, abandonar la corrupción como forma de vida, y convertirse en
leones de justicia.
• FuncionariosdeAltoNivel,desdeProcuradoreshastaComandantes
Operativos, que abandonaron el dedazo y el compadrazgo como forma de nombrar colaboradores lambiscones, y optaron por entregarnos los procesos de selección y ascensos.
Son muchas personas ya, desde mediados de 1970, que disciplinadamente, heroicamente, han seguido durante años, o cuando menos meses, mis talleres y seminarios, cursos y conferencias, en los cuales han hallado el contraveneno para salir de la Ignorancia, la Superstición y el Fanatismo. Han encontrado, en diversos grados, la manera de dar en el blanco como respuesta al problema fundamental:
“¿Cómo hacer que mis hijos quieran... hacer, decir, pensar, sentir, decidir, como a ellos y a todos nos conviene,
en función de nuestro Bien Común e Integral y con relación a nuestro Destino Final?”

Cientos y aun miles de parejas, después de décadas de guerra sistemática contra relaciones codependientes no reconocidas ni resueltas, pueden certificar que encontraron en mi método de desarrollo humano de “Reingeniería de Virtudes y Valores”, las fuerzas y los motivos suficientes para continuar en paz, para recomenzar desde cero, o para separarse y reanudar, solos, ya sin su ambivalente verdugo, una vida plena de realizaciones tangibles, tanto en el plano material como en el espiritual y el social.
Ejecutivos, empleados y obreros de docenas de empresas grandes, medianas y pequeñas, después de fallidos intentos por integrarse en equipos de alto desempeño, por lograr mejor calidad de vida, por alcanzar un excelente desempeño y disfrutar de gran satisfacción por trabajar, pueden testimoniar que encontraron en mi método de “Reingeniería”, las fuerzas y los argumentos suficientes para recomenzar el intento, reanudar, con el apoyo de sus jefes, una vida llena de éxitos nunca antes contemplados, tanto en el plano laboral como en el espiritual y aun el económico.
Si eres capaz de aceptar, hoy, o algún día no muy lejano, que “el Cambio comienza hoy y conmigo mismo”, adelante.
No dudes en leer, aprender y aplicar, en ti mismo, en tu hogar, con tus hijos, pareja, en tu empresa, en tu trabajo, dentro de la institución donde “sirves”, todo lo que te convenza de las páginas siguientes.
Porque he procedido de tal manera, que la naturaleza misma del Ser Humano me indicó el camino, y me impelió a seguir explorándolo, durante toda mi vida, pasada, actual y futura.
Y en este camino azaroso he sufrido, al igual que tú y que otros millones de personas, una dolorosa y evidente ausencia de Virtudes Humanas, y a veces he caído en un irresponsable y despreocupado olvido de los Valores Universales. Esto nos ocurre, tanto en la gente común, como a los líderes intelectuales, políticos y empresariales. Estas ausencias, de Valores y Virtudes, son las dos raíces principales de nuestras crisis, tanto en México como en el Planeta Tierra.
En esta serie de lecturas, te propongo algunas estrategias y prácticas que podrían iniciar el rescate de nuestros hijos y de nosotros mismos, y que nos permitirían vencer las crisis mundiales de desintegración y suicidio en lo político, lo social, lo familiar, lo individual. Ojalá, cuando menos, quieras aprender a disminuir o controlar su impacto.
Por más que muchas veces mi lenguaje sea irónico y contenga alusiones directas contra los ídolos de nuestro momento, mi desafío no va dirigido contra las personas concretas, sino contra los mitos y costumbres, vicios y fanatismos, supersticiones y zonas ciegas de la sociedad mexicana y mundial de fines del siglo XX, pero sobre todo a favor de la Verdad, porque sólo ella nos hará libres.
Quiero, para todos mis hermanos, que son todos los seres humanos,
un mucho más de Caricias Incondicionales, de Tiempo de Intimidad y de Reconocimiento a su esencia inmortal. Aspiro a que, en calidad y cantidad significativas, cada día existan más personas centradas en la trilogía humanística fundamental formada por “Libertad, Inmortalidad, Dios”. Porque sólo sobre esa trilogía puede lograrse la Unidad en el Bien, la Verdad y la Belleza, en lugar de dar golpes de ciego, anhelando, como fines destructivos, el Poder, la Fama, la Riqueza y el Placer, Tetralogía Trágica que está a punto de aniquilar a la Humanidad.
El problema básico consiste en vencer el reto de cuándo y cómo nos reeducaremos en términos de Virtudes Morales básicas y de adhesión voluntaria a los Valores Universales. La tremenda responsabilidad recae no principalmente en los gobernantes, sino sobre nosotros los padres, los líderes religiosos, los dirigentes empresariales, los maestros, para obtener la salvación de este casi extinguido México y de esa “aldea global”, decadente y sumida en la era del desencanto y la desesperación que es nuestro Planeta Tierra.
En vez de aumentar la obscuridad maldiciéndola, propongo encender una veladora con soluciones ampliamente ejemplificadas, con casos reales, principios universalmente aplicables, y metodología rigurosa.
Propongo conclusiones prácticas y principios teóricos, y por ello, querido lector, tengo, entre otros propósitos, el de ocuparme de arrojar un poco de luz dentro del sótano obscuro de tu situación individual y accidental. Estoy seguro de que tú, frecuente y ordinariamente, como casi todo hombre, deseas ser mejor y triunfar sobre tus vicios, pero no siempre sabes cómo hacerlo. Porque algunas veces ignoras la naturaleza del problema y desconoces el camino para acercarte a la solución.
A lo largo de una serie que encabeza este volumen, quiero contribuir a que quieras obtener un conocimiento de lo Universal y lo Necesario, para que decidas alcanzar tus fines naturales como Persona, por medio de la aplicación de un Sistema de Valores Universales, sistema que te permitirá obtener conclusiones distintas, superiores a las actuales, y mucho más legítimas.
Aspiro profundamente a que tú mismo, apoyado en los primeros principios, verdaderos, universales y necesarios, alientes en ti el anhelo por el conocimiento cierto de las soluciones a los problemas humanos, por sus causas reales. Y que adquieras o re-introyectes los hábitos virtuosos mediante los procedimientos que de manera oportuna, adecuada y eficaz, te permitirán elevar definitivamente la Calidad de tu Vida hasta niveles que tal vez nunca antes te imaginaste. Para que si eres padre o madre, logres Hijos Triunfadores. Y si eres líder, tengas seguidores voluntarios que te admiren y te emulen.
Huixquilucan, Estado de México, a 27 de Septiembre del Año 2012.

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